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Los experimentadores están envenenando, alimentando a la fuerza, haciendo pasar hambre, irradiando, sofocando, decapitando, diseccionando, provocando hemorragias y aplicando duchas vaginales a animales, supuestamente para declarar las propiedades saludables de arándanos, sandías y otros alimentos comunes para los consumidores. PETA envió una carta al secretario de Agricultura, Sonny Perdue, instándolo a abolir lo que en realidad equivale a un "impuesto" draconiano a los agricultores, que pagan por estas pruebas crueles, y poner fin para siempre a estos asesinatos sin sentido.

El financiamiento de estos experimentos inútiles y letales proviene de una parte de los cientos de millones de dólares en tarifas anuales que los agricultores deben pagar a las juntas de investigación y promoción de productos agrícolas (R&P), cuyas juntas directivas son nombradas por el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA). Estas tarifas -que se cobran a los agricultores como productores, manipuladores, procesadores, importadores y otros de productos agrícolas, sumaron un total de $885 millones solo en 2016, según la Oficina de Responsabilidad Gubernamental.
Muchas de las 21 juntas de R&P supervisadas por el USDA derrochan algunas de estas tarifas pagadas por los agricultores al aplicarlas a experimentos horribles en animales para comercializar productos agrícolas. Estas son solo algunas:
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El Mushroom Council financió un experimento en el que se alimentaba a los cerdos con champiñones blancos, se les pinchaba el ano reiteradamente, se les extraía sangre y se asesinaban y diseccionaban.
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El National Processed Raspberry Council financió un experimento en el que se aparearon ratones, se recogió una muestra con hisopo de las vaginas de las hembras, se alimentó a los ratones con una dieta alta en grasas con un ingrediente común en las uvas y frambuesas, algunos de los bebés murieron, los bebés restantes fueron alimentados con una dieta alta en grasas, se hizo pasar hambre a los ratones, se les inyectó glucosa, se les extrajo sangre reiteradamente, se los puso en una habitación a 39.2 grados durante seis horas, se les introdujo reiteradamente un termómetro en el recto, a las madres y bebés se rompió el cuello para matarlos y se diseccionaron.
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El Highbush Blueberry Council de EE.UU. financió un experimento en el que los experimentadores alimentaron a ratas con fresas o arándanos, las obligaron a realizar una serie de pruebas psicomotoras y cognitivas que inducían estrés (que incluían agarrar cables mientras estaban suspendidas, caminar y mantener el equilibrio en varillas giratorias que se aceleraban y nadar en un laberinto), les inyectaron varias veces una sustancia química, las asesinaron y diseccionaron. Cinco ratas murieron antes del final del experimento debido a una pérdida de peso excesiva, probablemente por estrés.
Más de 2,600 ratones, ratas y cerdos sensibles e inteligentes se usaron en pruebas dañinas e invasivas financiadas por juntas de investigación y desarrollo de productos agrícolas entre 2015 y 2019.
Entre estos productos agrícolas se encuentran artículos comunes como champiñones, arándanos y sandías, que tienen un historial largo y seguro de consumo entre los humanos. En vez de torturar animales en crudos experimentos, los investigadores podrían haber realizado estudios seguros y eficaces en humanos y conducido otros métodos de avanzada sin animales, que arrojarían resultados relevantes para los humanos.
Estas pruebas en animales no son aplicables a humanos ni son requeridas por ley. Es importante destacar que los animales no son científicamente aptos para la investigación de alimentos para humanos, en parte debido a las grandes diferencias fisiológicas entre las especies.
Tras mantener conversaciones con PETA, docenas de importantes fabricantes de alimentos y bebidas han establecido políticas contra las pruebas en animales, y ya es hora de que el USDA haga lo mismo.
La carta de PETA dirigida a Perdue insta al USDA a prohibir que las tarifas de evaluación pagadas por los agricultores se destinen a experimentos en animales.
"Los agricultores estadounidenses merecen algo mejor que ser estafados por una tarifa de evaluación exorbitante, parte de la cual es usada por las juntas de R&P para financiar experimentos crudos, derrochadores y engañosos en animales que no se traducen en resultados útiles para los humanos", dice la carta.
Las ratas pueden pensar en cosas y resolverlas como los perros. También han demostrado empatía claramente. En un estudio éticamente cuestionable, la mayoría de las ratas evaluadas eligieron ayudar a otra rata que se veía obligada a desplazarse por el agua, incluso cuando se les dio la oportunidad de agarrar un chocolate. Las ratas también pueden reconocer expresiones de dolor en las caras de otras ratas y reaccionar ante ellas. Los animales no son equipamiento de laboratorio, y tratarlos como tal respalda al especismo (la creencia de que los humanos son naturalmente superiores a otros animales basándose únicamente en la pertenencia a una especie).
Por favor, toma acción y ayuda a PETA a mantener la presión sobre el USDA y las juntas de R&P para que prohíba abusar de los agricultores con tarifas que financian las pruebas en animales, las cuales son ciencia basura e inhumana.