Titíes Mueren, Experimentadora de la Universidad de Massachusetts Obtiene $5 Millones en Impuestos

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Existe una obscenidad que hacen pasar por experimento científico en un laboratorio de la Universidad de Massachusetts–Amherst (UMass) en el que atormentan y matan a delicadas monas titíes. El experimento asegura estudiar los cambios relacionados con la edad en la cognición humana asociados con la menopausia.

Y aquí la sorpresa: las nobles monas titíes –quienes, en primer lugar, no son seres humanos miniatura– no experimentan la menopausia, por lo que los experimentadores tienen que aproximarse a los síntomas para compensarlo. Por favor, ayúdanos a terminar con estos ridículos experimentos.

Perforan agujeros en cráneos de monos e insertan cables de electrodos a través de sus cuerpos

Liderados por Agnès Lacreuse, los experimentadores realizan cirugías invasivas en monas titíes al implantar electrodos en agujeros que perforan en los cráneos de los animales. Luego les hacen una incisión en el cuello y pasan los cables de los electrodos desde el cuero cabelludo y el cuello hasta el abdomen.

A los titíes los atan habitualmente a un dispositivo de sujeción para inmovilizarlos, y luego los presionan dentro de un cilindro de plástico atornillado en el lugar y los someten al ruido de una máquina de resonancia magnética. Una experiencia aterradora y confusa.

En algunas pruebas, a estos monos sociales y sensibles los dejan en confinamiento solitario (algo que los funcionarios de las Naciones Unidas han comparado con tortura cuando es hecho en humanos) solo para ver cómo reaccionan.

El detalle es que las monas titíes no sufren sofocos porque no experimentan la menopausia

Las monas titíes no atraviesan la menopausia, entonces Lacreuse buscó maneras de simularla. Les extrae quirúrgicamente los ovarios y después usa calentadores de manos en las monas para imitar los sofocos.

Sí, leíste bien. Usa calentadores de manos, como los que te pones en tus mitones en invierno.

Esto no es ciencia.

Este tipo de pensamiento ni siquiera ganaría una Cinta Azul en una feria de ciencias de quinto grado, y definitivamente no es el trabajo de cambio de paradigma esperado de un adulto que, además, ha recibido más de $5 millones de impuestos pagados con el esfuerzo de los contribuyentes para jugar a ser científico.

Del mismo modo en que una ventana no sustituye a una puerta, buscar que las monas titíes simulen los sofocos, no puede revelar nada sobre una condición humana que los animales mismos no experimentan. Si el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 nos ha demostrado algo, es que omitir los experimentos en animales puede brindar alivio a los humanos rápida y eficazmente. Solo usa la puerta y omite la ventana.

Estos experimentos hacen daño a los monos y a los contribuyentes, ayuda a ponerles fin

Tras enjaular, cortar y experimentar en titíes, Lacreuse los mata y disecciona. Estos experimentos solo resultan en el tormento de monos sensibles y son un flagelo para los contribuyentes estadounidenses: nos han costado casi $5 millones hasta ahora y le han valido a UMass una larga lista de citaciones por violaciones a las leyes federales de bienestar animal.

Ilia
Karatsoreos
PBS

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