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El Iditarod ha estado obligando a los perros a tirar de trineos pesados a través de vientos azotadores, cegadoras tormentas de nieve y temperaturas bajo cero, durante más de medio siglo; o sea más de 50 años, demasiado tiempo para los innumerables perros que sufren y mueren en el Iditarod. La carrera es tan agotadora que hasta la mitad de los que la inician no llegan a la meta, tras colapsar por agotamiento o sufriendo lesiones o enfermedades demasiado graves para continuar; y más de 150 han muerto durante la misma. Pero esto no ha impedido que la familia Lynden de empresas de transporte y logística patrocine la mortal carrera de trineos tirados por perros.
A medida que los perros atraviesan aproximadamente 1.000 millas del duro territorio de Alaska, sus patas se vuelven amoratadas y sangrantes, cortadas por el hielo y extenuadas debido a las vastas distancias. Muchos perros se desgarran los músculos, sufren fracturas por estrés o desarrollan diarrea, deshidratación, virus intestinales o úlceras estomacales sangrantes. Más de la mitad de nosotros compartimos nuestros hogares con perros que no son distintos a los que usan en la Iditarod, y obligarlos a correr contra su voluntad con el fin de entretenernos es una forma de especismo, una visión supremacista del mundo.
Alaska Airlines, ExxonMobil, State Farm y Wells Fargo han cortado lazos con la mortal carrera después de reconocer la crueldad inherente a ella. Es hora de que el conjunto de empresas Lynden se una al resto del grupo y corra lejos del maltrato de animales en la Iditarod.
Dile al grupo de empresas Lynden que dejen de apoyar un evento en el que los perros sufren y mueren regularmente y pídeles que pongan fin al patrocinio de la Iditarod.