Al descubierto: sufrimiento tras puertas cerradas en proveedor de la marca de crema Daisy

UN LAB Middleware Label: Title Ends

“Las vacas mejor cuidadas del planeta”. Esa es la afirmación hecha por Daisy Farms, un proveedor de leche para la crema agria y el queso cottage de la marca Daisy – productos que pueden encontrarse en los supermercados en todo el país. Pero, de acuerdo a testigos que trabajaban en la granja, esto no podría estar más lejos de la verdad. Después de recibir una pista perturbadora, nosotros mismos lo investigamos.

 

ASESINADA EN LA GRANJA INDUSTRIAL

Según sus pretenciosas afirmaciones de tener "el alojamiento más limpio, la mejor atención médica, las dietas más sanas y los mejores programas de socialización para nuestras vacas", y su forma de referirse a las vacas como "princesas", "reinas", "nuestros bebés" y "nuestras mascotas", pensarías que esta granja sería algo muy especial.

Pues te equivocarías. Solo se trata de una simple, vieja y ordinaria granja industrial.

Las vacas – más de 10.000 de las cuales pueden mantenerse en las instalaciones de acuerdo con el permiso de la granja – están confinadas en galpones enormes. El denunciante documentó que las vacas son obligadas a estar de pie y a recostarse sobre sus propios deshechos. Algunos de los animales grabados en el video están tan sucios que apenas puedes ver de qué color son.

Las vacas – incluso aquellas que estaban en labor de parto o acababan de dar a luz – fueron pateadas, azotadas o pinchadas con bolígrafos o con un cuchillo. Los trabajadores torcieron sus colas, lo que puede causar dolor severo e incluso romper los huesos por dentro. "Tienes que hacer lo que tienes que hacer", dijo un trabajador encogiéndose de hombros.

Un supervisor dejó a vacas con sus cabezas encadenadas a postes por más de dos horas, obligándolas a permanecer prácticamente inmóviles y sin acceso a agua, a pesar del hecho de que las vacas lactantes beben hasta 35 galones de agua al día.

Esta vaca, llamada Daisy, fue enviada al corral de matanza. Colapsó sobre heces donde permaneció tendida durante días hasta que la consideraron demasiado débil como para llevarla al matadero. Finalmente, le dispararon.

 

QUITÁNDOLE TODO A UN BEBÉ

Con el fin de exprimir la máxima cantidad de leche de las vacas, las granjas de lácteos las mantienen casi constantemente preñadas, dando a luz a becerro tras becerro, año tras año. Cuando las vacas en esta granja tuvieron dificultades para dar a luz, los trabajadores ataron cadenas a las patas de los becerros sin nacer, arrastrándolos fuera del vientre y provocando que las vacas gritaran y defecaran.

A los becerros no les permiten amamantarse (la leche que se supone que deberían beber es vendida para el consumo humano). En su lugar, son arrebatados de sus madres a las pocas horas de nacer y a veces son alimentados por la fuerza con la leche de una vaca diferente. El testigo de PETA observó a varios becerros estrangulados y amordazados mientras les empujaban tubos de alimentación por la garganta. Algunas veces, la leche se iba a los pulmones de los becerros en lugar de sus estómagos, prácticamente ahogándolos.

Los becerros a menudo se sacudían y luchaban contra el trato brusco, lo que provocó que uno de los trabajadores pateara la cabeza de un becerro. Otro trabajador que asesinó a un becerro mediante la alimentación forzada mandó un mensaje de texto al observador de PETA, diciendo: "No le digas a nadie lo del becerro muerto por favor".

A los becerros recién nacidos les perforaban agujeros en sus orejas y les sujetaban etiquetas enumeradas, y sus cabezas estaban manchadas con una pasta cáustica para destruir el tejido delicado de sus cuernos, todo esto sin anestesia. Los más jóvenes – algunos con apenas algunas horas de vida – fueron puestos a continuación en carretillas, llevados hacia camionetas, volcados en las cajas de las camionetas y transportados hacia jaulas o corrales de plástico, donde algunos fueron confinados y aislados, sin poder ver a ningún otro becerro.

A algunos becerros les colocan anillos con picos en las fosas nasales para evitar que traten de amamantarse de otros becerros.

 

ENFERMEDAD Y ABANDONO

El denunciante encontró que muchos becerros estaban visiblemente enfermos – tosiendo, temblando y/o sin poder pararse – sufriendo aparentemente de neumonía, cojera y diarrea. La diarrea, una enfermedad común en los becerros, fue severa en aquellos becerros en Daisy Farms, la cual dejó su piel escaldada. Algunas vacas y becerros sufrieron durante semanas sin una atención adecuada para las enfermedades y lesiones.

Dos vacas con laceraciones graves en sus colas nunca fueron vistas por un veterinario, según el conocimiento del observador de PETA, incluyendo a una vaca cuya herida se le vio sangrar por más de tres semanas después de que su cola fuera cortada. En su lugar, un administrador envolvió un banda elástica alrededor de su cola, para que finalmente se necrosara y cayera.

A algunos animales enfermos finalmente les dispararon, mientras que otros fueron asesinados con inyecciones de antibióticos para inducir un ataque al corazón mientras estaban plenamente conscientes. Un becerro asesinado de esta forma jadeó y se convulsionó violentamente por tres minutos antes de morir. Vacas de más edad que ya no estaban produciendo suficiente leche fueron enviadas al matadero. Un trabajador dijo que una vaca que tenían enormes tumores uterinos podría ser enviada más tarde "a McDonald's".

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