UN INT Intro Text w/ Responsive Image - *Important Note* You must UNLINK this shared library component before making page-specific customizations.
Si bien cada vez más países prohíben las “corridas de toros”, que es un nombre inapropiado, porque el toro que no quiere no tiene ninguna posibilidad de salir con vida, decenas de miles de toros siguen siendo atormentados y asesinados violentamente en las plazas de toros cada año. Debido a que estos espantosos espectáculos a menudo se llevan a cabo “en honor” de los santos católicos y en días festivos, la Iglesia Católica puede, y debe, ayudar a poner fin a este maltrato execrando la tortura de toros en nombre de la religión.
La Iglesia católica y la tauromaquia
La Iglesia una vez se pronunció en contra de las corridas de toros. En el siglo XVI, el Papa Pío V, que desde entonces ha sido canonizado, proclamó que aguijonear y torturar toros deliberadamente no podían considerarse “piedad y caridad cristianas”, y condenó los hechos como “espectáculos crueles y viles del diablo y no del hombre”. Emitió una bula papal (una proclamación oficial) en 1567 que prohibía la puesta en escena y la asistencia a las corridas de toros bajo pena de excomunión. Los papas posteriores limitaron la restricción a los sacerdotes y otros clérigos que asistían a estos eventos de tortura y prohibieron que tales eventos tuvieran lugar en días festivos religiosos.
Sin embargo, aunque esta bula papal técnicamente todavía está vigente al día de hoy, el silencio de la Iglesia Católica sobre la tortura y la matanza de toros está apoyando la crueldad extrema hacia los animales en nombre de los santos católicos. Algunas torturas de toros se realizan incluso en Semana Santa, la celebración sagrada más importante del calendario cristiano. Muchas capillas se encuentran cerca de las plazas de toros donde se llevan a cabo estas “celebraciones”, y los sacerdotes católicos romanos a menudo sirven como capellanes oficiales de los toreros.
La tortura de toros no es una práctica cristiana
La tauromaquia no es una actividad cristiana. Es un espectáculo sangriento en el que se infligen intencionalmente lesiones, dolor y trauma a las criaturas de Dios para el entretenimiento; implica apuñalarlos hasta la muerte. Los toros aterrorizados están sujetos a muertes lentas y agonizantemente dolorosas a ser acosados, provocados y luego apuñalados varias veces antes de ser asesinados con una espada en el corazón o una daga en la columna vertebral. A algunos los sacan a rastras de la plaza de toros mientras aún están conscientes, y les cortan las orejas como trofeos. Esta matanza ritualizada no podría estar más alejada de las enseñanzas de Cristo sobre el amor y la misericordia por todos los seres vivos y sensibles. Como custodio de las enseñanzas de Jesucristo, la Iglesia Católica debe oponerse a esta violencia desvinculándose de estos viles espectáculos.
Firma la petición
Firma la petición al Papa Francisco, líder de la Iglesia Católica Romana, instándolo a denunciar la crueldad de los espectáculos taurinos en nombre de la Iglesia.