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Los perros en el Iditarod son obligados a correr casi 1000 millas en menos de dos semanas y son sometidos a vientos penetrantes, tormentas de nieve cegadoras y temperaturas bajo cero. Muchos sufren desgarres musculares, fracturas por estrés o son afectados por diarrea, deshidratación, virus intestinales o neumonía por aspiración (por inhalar su propio vómito).
Un testigo de PETA trabajó en dos perreras propiedad de excampeones del Iditarod y descubrió que a los perros se les negaba atención veterinaria por lesiones dolorosas, se les mantenía constantemente encadenados junto a cajas en ruinas y barriles de plástico en el frío intenso y el fuerte viento; además, eran obligados a correr incluso cuando estaban exhaustos y deshidratados.
Más de 150 perros han muerto en el Iditarod desde el comienzo, y esas son solo las muertes reportadas; este número no incluye a los que murieron inmediatamente después de la carrera, durante el entrenamiento o mientras estaban encadenados a barriles de plástico al aire libre durante la temporada baja.
Envía comentarios respetuosos a Dave Bronson, alcalde de Anchorage, Alaska, a [email protected].
Nota: Esta dirección parece haber bloqueado los correos electrónicos que mencionan a PETA, así que deja la palabra “PETA” fuera de tu correspondencia. A continuación, encontrarás un modelo de carta.
Luego, usa el formulario a continuación para pedirle al alcalde de Nome, Alaska, que corte lazos con el Iditarod.