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La prueba de nado forzado es un experimento ampliamente usado que es tan cruel como inútil. En esta prueba, los experimentadores meten ratones, ratas, cobayas, hámsteres o jerbos en recipientes llenos de agua de los que no pueden escapar. Los animales, en pánico, intentan escapar trepando por las paredes de los vasos de precipitados o incluso sumergiéndose bajo el agua en busca de una salida. Agitan sus miembros desesperadamente, luchando frenéticamente por mantener la cabeza fuera del agua.
La prueba de nado forzado fue inventada en 1977 por el experimentador Roger Porsolt, quien la llamó la “prueba de desesperación conductual”. Descubrió que las ratas a las que se les habían administrado medicamentos antidepresivos para humanos luchaban y nadaban por más tiempo que otras ratas antes de comenzar a flotar, y concluyó que las que nadaban durante menos tiempo se encontraban en estado de “desesperanza”. Pero la prueba ha sido duramente criticada por muchos científicos expertos que argumentan que flotar no es una señal de desesperación, sino un indicio positivo de aprendizaje, de conservación de energía y de adaptación a un nuevo entorno.
En pocas palabras, la prueba no predice con precisión si un fármaco funcionará como antidepresivo en humanos. Produce resultados positivos para compuestos que no están prescritos como antidepresivos humanos, como la cafeína, y resultados negativos para compuestos que sí lo son. Lo más grave es que posibles antidepresivos eficaces para humanos podrían ser descartados por culpa de esta prueba inútil.
La gigante farmacéutica Novartis ha sometido a más de 1400 animales a la cruel prueba de nado forzado, tal como lo documentan 14 artículos publicados en los últimos 22 años, a pesar de que no es un requisito para desarrollar nuevos medicamentos y de que incluso científicos regulatorios han desaconsejado su uso.
Los científicos de PETA identificaron seis compuestos que la empresa probó en estos animales y encontraron que ninguno de ellos está aprobado actualmente para tratar la depresión en humanos. De hecho, ninguno de ellos llegó siquiera a los ensayos clínicos en humanos.
Tras ser contactadas por PETA, al menos 18 compañías, incluyendo muchas de las farmacéuticas más grandes del mundo, como Johnson & Johnson, Bayer, AstraZeneca, Pfizer y Bristol Myers Squibb, ¡anunciaron que ya no realizarán ni financiarán esta cruel prueba!
Lee cómo otros países han restringido el uso de la prueba de nado forzado: